Jordi Sabater i Pi
1922-2009, Barcelona
El Museo ha querido aprovechar la celebración del centenario del nacimiento del profesor Jordi Sabater i Pi para reconocer la aportación de este gran naturalista en los campos de la etología, la primatología y la evolución humana, así como la etnología y la zoología.
Debido a las consecuencias de la Guerra Civil Española, Jordi Sabater i Pi emigró con solo diecisiete años a los territorios coloniales de la antigua Guinea (África ecuatorial), donde vivió casi treinta años. Trabajaba como capataz de una finca de cacao y café y el poco tiempo libre que tenía lo dedicaba a observar y dibujar todo cuanto le rodeaba. Exploró la selva y estudió el idioma y el universo cultural de la etnia fang, la mayoritaria del país, algo nada habitual entre los colonos locales.
En los años cincuenta su actividad naturalista y de investigación adopta un carácter más profesional. Reconocidos ornitólogos, primatólogos y zoólogos se fijaron en aquel personaje que vivía en medio de la naturaleza y lo encaminaron hacia el trabajo de campo, y especialmente el estudio de los gorilas de costa en su hábitat, que nadie había investigado nunca antes. En 1958 publicó en una revista de Alemania el primer artículo sobre el comportamiento del gorila de costa y paralelamente inició estudios sobre chimpancés en su hábitat. Ese mismo año, Sabater i Pi dejó la plantación y fue nombrado director del Centro de Adaptación y Experimentación Zoológica de Ikunde, dependiente del Ayuntamiento de Barcelona.
En 1966, Sabater i Pi rescató a un gorila albino: Nfumu Ngi. El pequeño primate cautivo había sido exhibido como una rareza y estaba muy enfermo; gracias a las atenciones de Núria Coca, su esposa y gran compañera de aventuras, y los hijos del matrimonio –Oriol y Francesc–, el gorila pudo restablecerse. Finalmente, Nfumu Ngi llegó al Zoo de Barcelona, donde le dieron el nombre de Copito de Nieve. Pero esto solo fue una anécdota en la vida de Jordi Sabater i Pi; su gran hallazgo científico fue en 1967, cuando observó cómo los chimpancés eran capaces de emplear y fabricar herramientas. De forma independiente, Jane Goodall había observado lo mismo en el África oriental. Los resultados fueron publicados en la revista Nature. Toda una revolución en el terreno de la ciencia, ya que siempre se había dicho que la separación entre humanos y animales radicaba en el uso y fabricación de instrumentos.
Pero Sabater i Pi fue mucho más allá y afirmó que, aparte de las humanas, existían culturas animales. Unas ideas que le valieron el reconocimiento internacional –por ejemplo, en los Estados Unidos y Japón–, pero mucha incomprensión y rechazo en nuestro país. El proceso de independencia de Guinea le obligó a volver a Barcelona en 1969. Aquí compaginó su nuevo trabajo como conservador de primates y del terrario en el parque zoológico de Barcelona con los estudios en la Universidad de Barcelona porque, a pesar de ser uno de los grandes especialistas mundiales en primatología, no tenía título universitario. Tras licenciarse (1976), encontró su tribuna en la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona, donde introdujo una ciencia muy joven: la etología y, en particular, la etoprimatología.
Jordi Sabater i Pi nunca dejó de investigar y divulgar; publicó numerosos artículos de impacto, formó a muchos primatólogos y primatólogas y fue el autor de libros de referencia. Revisitó África para trabajar con los gorilas de montaña en Ruanda y los bonobos de la República Democrática del Congo y recibió innumerables premios y reconocimientos nacionales e internacionales.
Alícia Masriera
1940, Barcelona
Pionera como mujer y como geóloga en la dirección del Museo de Geología (antiguo Museo Martorell), cargo que ejerció durante veinte años con entusiasmo, generosidad, recursos limitados y capacidad de hacer equipo con la escasa plantilla de la que disponía. Desde esta posición asumió el reto de gestionar y mantener las colecciones del Museo y darlo a conocer a la sociedad desde las perspectivas científica, histórica, patrimonial y cultural.
Desde muy joven, Alícia Masriera sintió pasión por la geología. Practicaba el excursionismo científico y deportivo, la escalada y también la geoespeleología, disciplina de la que fue pionera. A la hora de elegir su profesión tuvo pocas dudas. Se doctoró en Ciencias Geológicas por la Universidad de Barcelona y obtuvo el DEA (Diplôme d’Études Approfondies) en Sedimentología por la Facultad de Ciencias de Orsay (Universidad de París-Saclay). De 1968 a 1973 participó en diferentes expediciones científicas: en el norte de África, Turquía, Laponia y Perú (Amazonia y los Andes).
En 1969 ganó una plaza de conservadora técnica en el Museo Municipal de Geología, trabajo que combinó hasta 1977 con la docencia de Petrología Sedimentaria en la Universidad de Barcelona. En 1985 accedió a la dirección del Museo, cargo que ejerció con exclusividad hasta su jubilación en 2005.
En cuanto a la divulgación científica, organizó decenas de exposiciones temporales, entre las que destacan “Las Rocas de la Sagrada Familia”, dedicada a dar a conocer una visión petrográfica de distintos elementos arquitectónicos y ornamentales del templo de Gaudí, o “El Museo Martorell, 125 años de ciencias naturales”, que dio origen a un libro imprescindible para conocer la historia de esta institución. Cabe destacar también su perseverancia hasta conseguir que el Ayuntamiento editara la revista Treballs del Museu de Geologia de Barcelona, una herramienta de comunicación entre investigadores nacionales e internacionales que dirigió desde 1990 hasta 2007.
Como gestora de las colecciones, Alícia Masriera consiguió el ingreso de algunas importantes: la colección Cervelló de minerales y la colección Madern de paleoflora del Oligoceno. Impulsó el laboratorio de lámina delgada y facilitó la realización de labores de documentación e investigación sobre el patrimonio geológico (rocas, minerales y fósiles) conservado en el Museo.
Paralelamente a su trabajo en el Museo y en general fuera del horario laboral, se dedicó a su vocación científica. Junto con su marido y compañero, Joan Ullastre, realizó un intenso trabajo de campo durante 27 años centrado en el mejor conocimiento geológico de los terrenos mesozoicos y terciarios del Pirineo catalán y aragonés. Los resultados de esta investigación crearon unas bases sólidas para dar una visión más ajustada a la realidad de la evolución geodinámica de dichos terrenos, muy alejada de los modelos teóricos imperantes entonces y que llamó la atención de importantes especialistas internacionales.
Hoy, el Museo que Alícia Masriera dirigió está en plena transformación, pero la labor que a lo largo de 35 años desempeñó con amor, dedicación, rigor y perseverancia pervive y forma una parte importante de la historia del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona.