Esta muestra está constituída por treinta esculturas de animales creadas a partir de objetos en desuso que el autor, Miquel Aparici, recupera de fábricas abandonadas o ferias de antigüedades. Las esculturas se completan con ocho cuadros, también sobre animales, que el autor dibuja con una cuchara y café.
La exposición, un reto para la imaginación
Donde normalmente veríamos unas tenazas, Aparici nos insinúa que también podemos ver un gallo, donde veríamos un cuchillo, el autor nos sugiere que observemos un tucán.
Aparici nos invita a participar de su particular universo animal proponiéndonos encontrar una nueva identidad para los objetos cotidianos que han dejado de servir para lo que fueron creados, objetos en desuso que, una vez reciclados, encuentran una segunda oportunidad en el mundo del arte. Así, las piezas de «Animalarium» cargan con una historia personal. Por ejemplo, las patas de la jirafa, que se ve en la exposición, son los barrotes del antiguo Banco de España de la plaza Cataluña, su cuerpo, el brasero de una castañera y el cuello, un vaso de medida que se utilizaba para comprar en la lechería. La jirafa de dos metros de altura es una de las dos piezas de gran formato, que junto con el mosquito forman parte de la muestra.
Los animales de Aparici han seguido una evolución muy diferente a la de los animales naturalizados que se pueden ver en «Planeta Vida», la exposición de referencia del Museu Blau. Aparici no crea a partir de fotografías sino a partir de su recuerdo y el resultado es el universo «Animalarium», una especie de zoo imaginario que desprende ingenio, ternura y sentido del humor.
Ahora el universo «Animalarium» dispone de un espacio en el Museu Blau donde el autor asegura que siempre había querido exponer: «es el lugar más natural para enseñar mi obra, de alguna manera representa todo aquello que me interesa».
El artista
Miquel Aparici (Barcelona, 1963) estudió diseño gráfico en la Escuela Massana de Barcelona y actualmente es el director artístico de la revista satírica «El jueves», una actividad que compagina con la creación de esculturas y cuadros sobre animales. Aparici reconoce que siempre había querido unir sus dos pasiones: la biología y el arte. «Cuando acabé el instituto quería hacer biología o diseño, y finalmente entré en la escuela La Massana. Pero con los años he podido recuperar mi interés por los animales», asegura al autor.
Todo empezó durante un verano en Formentera, cuando dibujó una lagartija con manchas de café y con una cuchara como pincel. Era el año 2000, y consiguió exponer en galerías de todo el mundo como Nueva York y Alemania. Unos años más tarde, decidió afrontar un nuevo reto: quería pasar sus dibujos a tres dimensiones, crear esculturas de animales con alambre o de objetos en desuso. Desde entonces, ya ha construido unas 350 esculturas de animales de toda clase, desde un elefante a tamaño natural a pequeños insectos.
Aparici no copia un animal a partir de una fotografía sino que lo crea a partir de su recuerdo. El resultado es el universo «Animalarium», un grupo de animales que desprenden ingenio y sentido del humor. Los animales de Aparici ya han visitado galerías de Barcelona (Renè Metras, Jordi Barnadas, Loft, Llucià Homs, Montcada, Art Windows, Victor Lope) y de todo el mundo (España, Alemania, Italia y Estados Unidos.