Esta línea, más ‘etológica’, se centra en el análisis de los patrones de organización social de las distintas especies objeto de estudio.
Uno de los objetivos es estudiar cómo determinan la organización social de una especie las estrategias de utilización del espacio. El estudio se realiza, por tanto, comparando distintas especies. La hipótesis de partida es que las especies nómadas, como el lúgano, deben presentar un mayor nivel de integración social que las especies residentes (por ejemplo, el verdecillo). Si un individuo de una especie nómada pierde el contacto con los miembros de su grupo, difícilmente podrá volver a contactar con ellos, ya que los movimientos son de varias decenas de kilómetros diarios. El contacto entre los miembros del grupo debe ser, por tanto, más estrecho; como consecuencia de ello presumimos que los conflictos de intereses son mayores y que, por consiguiente, deben de aparecer mecanismos sociales que reduzcan ese conflicto y mantengan la cohesión social. Los estudios que se han llevado a cabo confirman esta mayor integración social en las especies nómadas y la aparición de mecanismos sociales de integración como el allofeeding, el acoplamiento vocal o el respeto a la posesión.