El 9 de enero de 2018 murió Roser Nos. Detrás deja una vida plena, en muchos ámbitos y ante muchas personas que lo pueden atestiguar. Este texto pretende fijar tan sólo una parte de esta memoria.
Roser Nos recibió la medalla de plata al Mérito Científico otorgada por el Ayuntamiento de Barcelona. En pocas ocasiones una acreditación honorífica resume de forma tan directa los valores de una persona: la ciencia y Barcelona, o el interés por la cultura y la dedicación a un territorio. Pero no fue nada fácil el itinerario vital de Roser Nos hasta lelgar a lucir en estos dos ámbitos. Nació en Sant Jordi, en el Maestrat. En Castellón obtuvo el título de maestra nacional en el 1944. Y, en 1946, el premio extraordinario de licenciatura en Ciencias Naturales de la Universitat de Barcelona.
El traslado de una tierra de secano a la Barcelona “triste y gris” –como decía ella- de posguerra requería intrepidez. Más difícil todavía fue abrirse paso en una universidad poco cómoda para las mujeres, lo que le exigió desarrollar defensas personales. El resultado ya lo conocemos: Roser sobresalió en el viejo edificio de la universidad con determinación natural, no exenta del aliento de una fe religiosa que la acompañó siempre.
Sin apoyos para profesar en la universidad, siguió su camino. Gracias a su interés por las novedades, se convertiría en una de las personas que introdujo en España la etología, el estudio del comportamiento animal. En el zoo de Barcelona, donde fue conservadora de aves de 1961 a 1981, impulsó nuevas instalaciones, como el aviario, donde tantas personas, adolescentes no pocas de ellas, empezamos a practicar el método científico bajo su guía.
El zoo presume de un pionero de la etología, Jordi Sabater-Pi, famoso investigador en el contexto de la psicología animal. En paralelo, a Roser Nos también se le ha reconocido el hecho de haber creado en el zoo una escuela de investigadores en biología de la conducta animal que acabó cuajando en el Museu de Zoología de Barcelona, siendo Roser Nos su directora de 1981 a 1989. Con ella descubrimos los libros de Edward O.Wilson, poco conocido entonces por aquí, también inspiradores artículos recientes de investigadores extranjeros.
Roser Nos destacó en la gestión de instituciones científicas barcelonesas: el zoo y el Museu de Zoología de Barcelona, ahora integrado en el Museu de Ciències Naturals de Barcelona. Fueron años de sacrificio personal para abrir nuevos caminos de gestión y para descubrir nuevos sentidos a los equipamientos culturales. En los diversos puestos de trabajo que ocupó no le faltaba nunca el sentido de servicio a la ciudad y sus ciudadanos. Inoculaba ese veneno a sus colaboradores, al tiempo que la pasión por la ciencia.
No dudaba en sacrificar fronteras para abrir puerta y espacios mentales. Ni temía la frivolidad con buen gusto y culta dedicación, si la frivolidad permitía explorar nuevos territorios de conocimiento. Reunía argumentos y encanto personal, una combinación letal para interlocutores mandones. Gracias a su cultura amplia y a su prodigiosa memoria de las luces y sombras de la ciudad de Barcelona, vencía resistencias a las ideas innovadoras.
Siguiendo su estela, un nutrido grupo de personas ha encontrado vías más fáciles para desarrollar carreras investigadoras o de gestión científica. Quienes firmamos este escrito somos sucesores cronológicos de las tareas directivas de Roser Nos. Y nos sentimos en deuda con ella.
Francesc Uribe, conservador del Museu de Ciències Naturals de Barcelona i exdirector del Museu de Zoologia
Anna Omedes, directora del Museu de Ciències Naturals de Barcelona
La Vanguardia, 14 de enero de 2018.