El Jardí Botànic quiere mostrar la gran similitud de los paisajes californianos, chilenos, sudafricanos y australianos con los de la cuenca mediterránea mediante una amplia representación de especies vegetales de clima mediterráneo.
Siguiendo el itinerario principal o adentrándose por la caprichosa red de caminos se descubren las plantas más características de los principales paisajes vegetales mediterráneos. Una observación cuidadosa permite comprobar las similitudes y diferencias que presentan y, al mismo tiempo, descubrir algunos rasgos morfológicos comunes a muchas plantas adaptadas al clima mediterráneo. Cualquier época del año es buena para visitar el Jardí, pero su vegetación responde a las condiciones marcadas por los ciclos estacionales.
En verano ofrece una imagen general de aridez y sequedad. Sólo los árboles con raíces profundas pueden disponer del agua que les permite proseguir su actividad. Los pequeños arbustos y las numerosísimas matas, dominantes en las regiones mediterráneas, se desprenden de ramas y hojas para reducir las pérdidas de agua. La actividad se reanuda únicamente tras las primeras lluvias del otoño. Entonces despiertan numerosas bulbosas, germinan las plantas anuales y, de muchas plantas arbustivas brotan nuevas hojas que les permitirán aprovechar las lluvias del invierno. La vegetación conforma un paisaje más verde y vigoroso. El invierno suele ser un período de reposo para las partes aéreas de las plantas debido a las bajas temperaturas, mientras que bajo tierra crecen las raíces esperando la llegada de las lluvias de la primavera. En esta última estación florecen la mayor parte de plantas mediterráneas. El Jardí se convierte entonces en un espectáculo de colores que, además, invita a los animales a acercarse a las plantas y a polinizarlas.
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Australia
La región mediterránea australiana, con 700.000 kilómetros cuadrados, es la segunda en extensión (representa un poco más del 20 por ciento del bioma). La forman dos sectores separados situados en el suroeste y en el sur del continente. Se conocen unas 8.000 especies, de las que el 75 por ciento son endemismos. El clima es mediterráneo con cierta influencia tropical debido a la proximidad de los monzones oceánicos, por lo que la sequía estival no es tan rigurosa como en nuestro país. Sin embargo, la frecuencia de los incendios es alta y los suelos son muy pobres en nutrientes.
En la zona australiana del Jardí, además de la flora mediterránea característica, también se cultivan plantas de la flora templada del suroeste del continente (estados de Victoria y Nueva Gales del Sur). Tanto la flora arbórea como la arbustiva son dominadas por un gran número de especies de pocas familias, como las mimosas (Acacia), las mirtáceas (Eucalyptus, Melaleuca, Callistemon) y las proteáceas (Hakea, Banksia, Grevillea).
También están presentes otras especies de árboles de notable singularidad y primitivismo, que se caracterizan por mostrar un porte homogéneo durante su crecimiento:
- Xantorreas o hierbas arborescentes con las hojas muy estrechas y nada carnosas, sorprendentemente adaptadas a los incendios.
- Casuarinas y coníferas del grupo de los cipreses (género Callitris).
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California
El área mediterránea de California ocupa una estrecha franja costera comprendida entre el cabo Blanco, en Estados Unidos, y Punta Baja, en México, cuyo centro corresponde aproximadamente a San Francisco. En dirección este, la franja se extiende de 100 a 200 kilómetros hacia el interior del continente. Pese a la poca extensión de esta área, aproximadamente el 10 por ciento del total del bioma, es la que presenta las mayores extensiones continuas de paisaje mediterráneo sin alterar. Se conocen unas 4.300 especies, el 35 por ciento de ellas endemismos. La estacionalidad climática es muy marcada puesto que el 85 por ciento de las precipitaciones se concentran en el invierno. La sequía estival es muy severa aunque las nieblas costeras alivian, en parte, este contraste.
Los bosques californianos presentan muchas semejanzas ecológicas y evolutivas con los de la cuenca mediterránea. Muchos géneros son comunes, como Pinus, Quercus, Arctostaphylos, Arbutus, Salvia, Altamisa, etc., los incendios tienen una recurrencia natural semejante, la fertilidad y la diversidad de los suelos también son comparables y muchas especies muestran adaptaciones similares.
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Cuenca mediterránea
El área mediterránea por antonomasia es la cuenca mediterránea, es decir, las tierras que rodean el mar Mediterráneo. Se extiende por territorios europeos, asiáticos y africanos y ocupa una superficie de 2.300.000 kilómetros cuadrados. Se conocen unas 25.000 especies, el 50 por ciento endémicas. La flora mediterránea presenta numerosas soluciones para adaptarse a los factores ecológicos que han influido en su evolución: hojas duras y persistentes para resistir el verano seco, espinas, pinchos y sustancias tóxicas para defenderse de los herbívoros, plantas bajas en forma de cojín o matas que pierden hojas en verano para reducir la transpiración.
En el Jardí, la flora de la extensa cuenca mediterránea se ha distribuido en cuatro subregiones biogeográficas: Mediterráneo oriental (entre Italia y el Cáucaso), Mediterráneo occidental (península Ibérica e islas Baleares y Tirrenas), norte de África (desde Marruecos hasta Túnez) e islas Canarias.
Mediterráneo oriental
Mediterráneo occidental
Norte de África
Islas Canarias
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Sudáfrica
El área mediterránea sudafricana es la más pequeña de todas y representa tan solo el 3 por ciento del bioma. Se conocen unas 8.550 especies, el 68 por ciento de ellas endemismos. La lluvia se concentra en la estación fría y no es nunca muy abundante. Por otra parte, debido a la influencia estival de los monzones tropicales no hay ninguna época totalmente seca. La diversidad de los suelos, el clima y el relieve, junto con el aislamiento geográfico y la recurrencia de los incendios, ha determinado una diversidad muy alta y que la proporción de especies endémicas y raras sea, junto con la del suroeste de Australia, la más elevada de las áreas mediterráneas y una de las más ricas del mundo.
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Chile
El área mediterránea chilena es una estrecha franja costera de unos 100 km que corresponde aproximadamente al Chile central. Su extensión, de 140.000 kilómetros cuadrados, constituye menos del 5 por ciento del total del bioma. Climáticamente tiene un carácter más bien fresco debido a la marcada influencia del océano, con abundancia de nieblas costeras. Se conocen unas 2.400 especies, el 23 por ciento endémicas. Una característica ecológica importante de esta zona es la ausencia histórica de incendios, así como una destacada presencia de herbívoros, especialmente camélidos (llamas y guanacos), por lo que existe una gran abundancia de arbustos espinosos y no se encuentran plantas adaptadas al fuego.
En el Jardí se representan hábitats subtropicales propios de la regiones desérticas y subdesérticas del norte del país. El Mediterráneo chileno tiene una gran variedad de paisajes esclerófilos (plantas con hojas duras y rígidas), con formaciones boscosas y arbustivas que van desde el bosque esclerófilo hasta al matorral litoral, pasando por el espinal o el matorral espinoso de altura. Muchas plantas chilenas tienen nombres de plantas ibéricas puesto que los primeros colonizadores las compararon con las que ellos conocían. Plantas como el algarrobo (Prosopis chilensis), el espino (Acacia caven), el belloto (Beilschmiedia sp.), el mirto (Ugni molinae) o el arrayán (Myrceugenia obtusa) dan a los fitoepisodios chilenos un aire próximo. Hay que destacar el exotismo de las cactáceas (géneros Trichocereus y Echinopsis) y de las bromeliáceas (géneros Puya y Fascicularia) del espinal, o la singularidad de las escaloniáceas (Escallonia sp.).